¿Y después vino el trabajo, como fueron esos comienzos?
En la escuela de Mansilla empecé a los 19 años y estuve por siete años. Al poco tiempo conocí a la que actualmente es mi señora. Le llevo casi tres años y nos hicimos de novio en los bailes sociales. En Gualeguay no había tenido muchas oportunidades de asistir a este tipo de reuniones. Con Berta compartimos muchos bailes en aquella época.
A los pocos años empecé a construir esta casa por intermedio de un crédito del Banco Hipotecario. El 60 % de mi sueldo de maestro iba destinado a la cuota del crédito. Daba clases por la mañana y luego del mediodía, a las 2 empezaba el trabajo en el almacén de ramos generales de la familia. Estas tareas me llevaban el día por completo.
¿Qué funciones cumplía?
Yo desde chico estaba acostumbrado a estar en el almacén. Durante muchos años acá se recibían granos, aves y huevos. Con los años estudie de Recibidor Granos, rindiendo libre en Buenos Aires donde fuimos con Berta. Me dediqué a realizar liquidaciones y análisis, en especial de trigo y lino, aunque también el maíz se recibía para el consumo.
En nuestra localidad estaban tres acopiadores: la sucursal Hernández Arancibia,
¿Cómo impactaba esta actividad en Mansilla?
Seguramente a Mansilla el movimiento agropecuario le daba vida, los colonos compraban lo necesario a cambio del pago de su cosecha. El tren tenía una movilización de cargar enormes, los cargueros pasaban todos los días, no solo llevando, sino trayendo mucha mercadería directamente de Buenos Aires. Así estaban en nuestro pueblo muchos almacenes de ramos generales:
¿Mansilla por aquellos tiempos tenia una vida social activa seguramente?
El panorama social de Mansilla era interesante. Se hacían no muchas fiestas o acontecimientos sociales, pero si revestían siempre una importancia singular. El centro de la actividad social era el Salón “Botafogo”, todavía no había clubes, y estaba en la calle Francisco Beiro. En tiempos de las Damas de Beneficencia supieron venir a su escenario distinguidas orquestas y obras de teatro. Aunque también aquí se llevaron acabo alguna que otra obra, que bajo la dirección de Doña Mercedes, supo incluir a muchos vecinos mansillenses de diversas edades. Recuerdo especialmente a don Enrique Monti, padre de Aldo, que luego de trabajar toda la jornada en
¿Pero usted también tiene aptitudes para el arte?
Si de niño aprendí a tocar el piano. Mi primera maestra de piano fue doña Susana Brutti, pero luego segui en Gualeguay. Me gusta la música típica, algunos temas clásicos y varios valses. Me enorgullece que Diana haya podido aprender y sea buena al frente de las teclas.
¿Después de tantos años vividos que reflexión le merece nuestros días?
Este tiempo vivido creo que fue normal, donde existía el respeto en una forma extraordinaria. Respeto hacia los padres, los mayores, pero también en el trato diario y cotidiano. Muchas de esas cosas se han perdido.
En nuestro pueblo ha faltado una formación educativa generalizada, que completara el espíritu humano con cosas buenas, importantes, que dejara la pavada y lo pasajero ¡Muchas bromas! un poco de jolgorio esta bien, pero al extremo, porque al final la vida se transforma en una chacota. Y el ser humano no ha sido creado para esto. Si para vivir en alegría.
Lamentablemente el país hoy esta en una situación de inseguridad e inestabilidad, cosas en las que antes no se pensaba. Se ha cambiado mucho, y la parte política de todos los sectores ha tenido que ver. No han formado al pueblo, creo que primero deberían formarse ellos mismos. ¡Nadie da lo que no tiene! ¡De la abundancia del corazón habla la boca! Y eso es lo que tenemos, funcionarios que no tiene formación espiritual. Esta formación es fundamental para poseer una moral recta, natural y de base cristiana, que nos mantiene en los carriles de la vida.
Profundamente agradecidos por el tiempo que nos dispensó nos despedimos de este “hombre” que con su grandeza de espíritu nos brindó una oportunidad más de conocer a nuestro lugar en el mundo: Gobernador Mansilla.