Muchos tuvimos el honor y la responsabilidad de formar parte de las mesas receptoras, ya sea como autoridad o fiscalizando las mismas, lo cual nos permitió vivir algunas experiencias y observar la totalidad del desarrollo de esa jornada especial.
Producto de una de las tantas situaciones dadas, es esta anécdota, que me genera repudio, indignación y vergüenza ajena.
Transcurrían las primeras horas de la tarde, cuando observábamos conmocionados, como un “politiquero” se abría paso entre la gente, que a esa hora era mucha haciendo cola para votar, para permitir que dos familiares de un octogenario, lo arrastraran hasta el lugar donde se encontraba la mesa, ya que no podía articular pasos. Ante esta situación, las autoridades y algunos fiscales, solidarizándose con el anciano, inmediatamente intervinieron llevándolo al cuarto oscuro y sentándolo para que pudiera votar. El mismo, evidenciaba su imposibilidad de emitir palabra alguna, y se le escuchaban, de modo muy bajo, quejidos potenciados en sus gestos de dolor. Su estado de salud en extremo frágil, su inestabilidad que no le permitía sostenerse por sí y su aspecto de abandono y desprotección nos castigo a casi todos los allí presentes. Muchas miradas se cruzaban, atónitas, ante lo que veíamos, mientras otros, despreocupados, sólo esperaban sumar un voto más…
Me pregunto, ¿Dónde están los valores de los familiares y seudo políticos que exponen a un SER HUMANO en semejante forma? ¿Con qué autoridad moral le arrebatan la DIGNIDAD a una PERSONA, destruyéndosela?
¿Un voto más o menos, justifica semejante atropello?
Es obvio, que la inescrupulosidad y la ambición nos conducen al caos y por consiguiente al avasallamiento de los mínimos derechos.
La Democracia, y en consecuencia el ejercicio de nuestros deberes de ciudadanos, debe constituirse indudablemente en una fiesta, y no ser el motivo de DENIGRACIÓN Y DESTRUCCION DE LA DIGNIDAD de algunos, siempre los más débiles y desprotegidos, los imposibilitados de resguardarse a sí mismos…
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