No debe haber nada más excitante ni adictivo que el poder (digo, para aquellos a los que la idea les quite el sueño, no?) Debe ser una sensación placentera (y digo “debe” porque no la he experimentado, ni me seduce en lo más mínimo) que generará mucha adrenalina y, fundamentalmente, una fuerte omnipotencia, la creencia mesiánica del que todo se puede, que todo se logra con poder y dinero, dos caras de una misma moneda.
Estos tiempos actuales, medidos y vividos por las leyes del mercado, donde el dinero parece ser el único Dios ante el que se inclinan muchos y hacen de su culto la única razón de vida, son los que marcan los haceres y quehaceres de la gente. Su forma de pensar y posicionarse ante la sociedad y las instituciones. Así, el “Poderoso” compra voluntades con dinero. Impone su poder chantajeando con necesidades vitales. Y el “Oprimido”, el “Ignorante” se presta a este juego y cotiza su voluntad por un precio, se auto tasa y negocia Dignidad y Orgullo. No importan mucho los resultados mientras el “Poderoso” siga siendo dueño de voluntades y el “Oprimido” tenga para comer unos días, unas sillas nuevas o, lo que es más fashion, un celular nuevo. El “Poderoso” hace su juego y el “Ignorante” lo piensa como hábil, como: “que vivo que es”, cuando solo los corruptos comprando conciencias, sin ideas ni propuestas.
Esta es
Pero todo lo cíclico, todo cumple un proceso y lo que ayer estaba bien, hoy no lo está y mañana mucho menos, “quien mal anda, mal acaba” y mucho más que una cita es consecuencia vital. Todo en la naturaleza y en la vida tiende a enderezar lo que se tuerce, a dar a cada uno lo suyo. Y el que es malo, deshonesto, corrupto y sinvergüenza, mentiroso y poco confiable tendrá lo que se merezca en el momento adecuado. Y aún con todo el derecho que tenga a reivindicarse, tendrá que pagar por sus deudas.
Es fundamental que tengamos memoria, que no olvidemos ni permitamos que se olvide, porque desde los griegos, padres de nuestra civilización, lo que está mal, está mal, y lo que está bien, está bien.
¡Felices elecciones! Me gustaría creer que ganarán los mejores, los honestos, los limpios, que ganarán los buenos… ¡pero no, ganará el dinero!
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