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Mansilla, el pueblo del hospital que no puede encontrar la paz

No hay modo. Gobernador Mansilla, un pueblo del centro provincial, en el departamento Tala, no encuentra la paz. Sin que lo haya pretendido, el joven médico Franco Warlet se ha constituido en la piedra de toque que movió a la exasperación del pueblo.

El pueblo ha soportado por años una especie de cacicazgo, con el ex intendente Rodolfo Orué a la cabeza. Orué es médico, y su pareja Zulma Maquiavelo, enfermera, y por eso mismo ocupó un cargo previsible: jefa de enfermeros en el Hospital Nuestra Señora del Carmen.
El hospital se manejaba así, de modo prepotente.
Warlet llegó y encontró una situación desacomodada, y pretendió acomodar el desbarajuste. Llegó hace cuatro años, y hace cuatro años hay una especie de guerra de guerrillas.
Ahora las cosas se han puesto peor: Orué dejó el cargo de intendente –en las últimas elecciones se impuso el radical Omar Migueles—y pretendió volver a su puesto en el hospital. El lunes, se presentó con ínfulas de rey de reyes.
Warlet hizo valer su cargo, y no le dio opciones: le indicó que debía atender los consultorios externos. Orué se negó del modo más cerrado posible, y se fue dando un portazo.
Dijo, palabras más, palabras menos, que no estaba dispuesto a atender indicaciones de Warlet, que sólo recibiría indicaciones del Ministerio de Salud, y profirió un par de amenazas.
“Un médico tiene tres opciones para trabajar: en la Guardia, en los consultorios o en internaciones. Me negué a darle internaciones y Guardia, porque tiene antecedentes de haber abandonado su puesto de trabajo. Como director tengo la facultad de designarlo en el lugar que me parezca más conveniente, y eso hice”, contó Warlet.
Como era de esperar, estalló el escándalo. Y la inquietud empezó a recorrer buena parte de este pueblo, Gobernador Mansilla, 2.200 habitantes, a 45 kilómetros de Tala, y a menos de 200 kilómetros de Paraná.

MANIFESTACIÓN. Ahora todos hablan de “pueblada”.
Hay en Mansilla mucha gente que lo resiste a Orué, que no lo imaginan en el cargo que Orué pretende, director del Hospital Nuestra Señora del Carmen.
Y lo demuestran de un modo enfático: han instalado carpas, han tomado el hospital y han colgado pasacalles en las calles, y hay además un clima deliberativo al que se han sumado afiliados a la Asociación Trabajadores del Estado (ATE).
Todo empezó el lunes, cuando Orué pretendió lo que pretende: tomar las riendas del hospital.
Todavía no hay atisbos de que la tranquilidad pueda volver al pueblo.
No es la primera vez que hay mar de fondo en Mansilla. En los últimos años los enfrentamientos personalizados entre Orué y Warlet han sido constantes, al punto que hubo denuncias por amenazas y golpes.
En forma pública, los autoconvocados en defensa del hospital han hecho circular un petitorio dirigido al gobernador Sergio Urribarri, que se puso en la calle no bien conocieron las intenciones de Orué de tomar el control del nosocomio.
En concreto, rechazan su vuelta al hospital, y en cambio piden que se lo reubique “en otro destino”, fuera del hospital. Dijeron al respecto que respetan el derecho constitucional de acceso al trabajo de cualquier ciudadano, “pero rechazamos enérgicamente la reincorporación del profesional al Hospital Nuestra Señora del Carmen”.

AQUEL PERDÓN. Orué no ha sido noticia sólo por esas rencillas. Su gestión como intendente de Mansilla ha estado salpicada de hechos curiosos, y algunas irregularidades advertidas por el Tribunal de Cuentas de la Provincia. Quizá el dato anecdótico que más se recuerde sea la decisión adoptada por el jefe comunal de comprar una partida de Viagra con fondos comunales.
En algunas, pudo salir airoso gracias a un perdón del Estado. Fue así como se lo habilitó para volver al hospital como médico asistente luego de haber estado involucrado en una irregularidad.
Orué había sido echado durante la administración del ex gobernador Sergio Alberto Montiel. Pero en octubre de 2010 consiguió que el Poder Ejecutivo le perdonara un oscuro episodio que derivó en su cesantía en 2001 de su cargo de médico asistente del Hospital Nuestra Señora del Carmen, y también de los centros de salud Coronel Dorrego, de Gobernador Echagüe, y Sagrado Corazón, de Arroyo Clé.
Lo que se le reprochó entonces fue haber extraviado toda la documentación respaldatoria de los gastos efectuados entre los años 1997 a 1999 siendo médico en centros asistenciales públicos. Cuando el Tribunal de Cuentas quiso auditar los gastos, se encontró con el faltante de los comprobantes, y al pedirle a Orué la presentación de esos documentos, éste exhibió una constancia extendida por la Policía en la que explicaba que había perdido un maletín conteniendo todas las facturas durante un viaje a Rosario del Tala.
La pérdida de aquel maletín mereció otro reproche. Orué justificó el viaje hasta Rosario del Tala, distante a 40 kilómetros de Mansilla, por cuanto allí le resultaba más barato sacar las fotocopias de la documentación.
Para la Dirección de Sumarios hubo una conducta “negligente” al no haber puesto celo en la documentación que llevaba, y además “poco creíble” al no poder certificar si perdió el maletín o se lo robaron. Además, le cuestionaron “la desidia” en la exposición ante la Policía, y la “burda excusa de sacar fotocopias en Rosario del Tala, por una disminución de costos, cuando el viaje que debía hacer suponía “mayor erogación” en combustible.

Ricardo Leguizamón

Viernes 16/12/2011

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