UN ADIOS INESPERADO

Si las palabras pudiesen convertirse en lágrimas para expresar el dolor, la pena, el vacío que deja una ausencia, este papel se tornaría borroso y se desharía en pedazos, como uno atravesado por la tristeza. Porque, ¿de qué otra forma genuina podría escribir sobre la partida de ALEJANDRO, si no es a través de una nube de lágrimas que desaguan el dolor de su desaparición?¿Y por qué escribir? ¿Por qué no quedarme en la intimidad de mi pena? Porque me parece justo el recuerdo y el homenaje. Porque sé que desde donde esté hará esa media sonrisa que era tan suya y bajará la cabeza en señal de asentimiento. No porque crea merecer algún elogio, si no porque aprobaría mi derecho a expresar lo que pienso, como cualquier otro. Gordo, tuviste la mala idea de irte sin avisarnos. Pintaste tu último cuadro, que no he visto aún, y que nos deslumbrará, como todo lo que hiciste desde una creatividad que no te conocía y que me maravillaba ante cada nueva exposición. Una creatividad en la que parecías moverte muy cómodo, como si fuera otra forma de ser tuya. Lástima que nos dejaste adeudando lo que ya no crearás.Gordo, estoy segura que te reuniste con tu vieja y que se estan saldando los años de habitar mundos diferentes. Pero viste? uno es tan egoísta que piensa sólo en el propio dolor. Lo único que puedo garantizarte, a partir de que el olvido es la muerte, es que te recordaré siempre: tu fina ironía, tu cinismo con humor, tu inteligencia al servicio del arte y el compromiso, tu don de gentes, como decían las abuelas. Hay lugares que se abandonan y que no pueden ser ocupados por nadie más. El tuyo es uno.Te vamos a extrañar, ya te extrañamos, pero sabes? me gustará pensar que cada atardecer naranja será un guiño irónico y gracioso de lo que fue tu hermosa humanidad; un atardecer de dorados y amarillos luminosos serán un sólo símbolo: Ale, el gordo, saludando. Descansa en paz gordo, no te olvidaremos.

Graciela del C. Rubini 2/7/08