Las cifras apabullan, meten miedo, 41 millones de personas en el mundo son portadoras en este momento de la peor enfermedad que se recuerde en la historia del hombre. Cuantas más la contraen desaprensivamente, cuántas otras la transmiten, no sólo por vía sexual o sanguínea, las mujeres que se la pasan a sus futuros hijos.
Lo único que debería meternos miedo es la ignorancia que es madre de varios males, por no decir de todos, aunque algunas veces piense que cuánto más se sabe menos feliz se es. Pero no en esto. Creo que además de combatir el sida con información deberíamos abandonar esa suprema soberbia de creer que: por qué a mi? A mi no me puede pasar y la contrapregunta sería: ¿y por qué no? ¿Hay algún pacto demoníaco o alguna luz sobrenatural que te protege? No hay nada, salvo tu cuidado y el cuidado para otros y tu responsabilidad lo que te protegería del flagelo.
Acá no es una cuestión de si me gusta o no usar preservativos o compartir agujas porque es más cómodo y fácil, es cuestión de vives o mueres, así de sencillo y fatal y si no lo tomas así… estás perdido.
Ojalá en este día nos pudiéramos tomar cinco minutos para reflexionar sobre el tema y compartir con nuestros hijos y conocidos lo que sabemos, desmitificar y aprender. No tener miedo sería la consigna, cuidarnos es lo que deberíamos hacer con absoluta responsabilidad. La pelota está en tu campo…
Graciela Rubini - 30/11/07
Y allá fue en el subtítulo, en minúsculas, como es su trabajo, como es el mío también. No por minimizarlo, sino por ponerlo entre los paréntesis del permiso, del aquí estoy en silencio haciendo una tarea diaria que nadie vé ni valora, pero con profundo amor por los míos, porque me gusta ver la casa limpia y ordenada, los pisos relucientes, la ropa lavada y planchada, la comida lista y las medias remendadas y la lista es interminable.
¡Cuán grandioso e invisible es el trabajo de la mujer en su hogar! Cuánto de silencioso, de apostolado sin religión, de servidumbre sin cadenas, de reinado sin coronas ni oropeles.
EN EL DIA DE
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